domingo, 29 de marzo de 2009

Fiestuki a la ucraniana

Anoche fuimos al concierto de Enrique Iglesias. No soy su gran seguidor, pero tengo que reconocer que el tío es una caña sobre el escenario. Anoche descargó pura energía y desprendió buen rollo allí por donde pisaba. La conexión entre el público y el cantante fue inmediata. Los asistentes no escatimaron en aplausos y ovaciones. En el concierto de más de dos horas de duración, Enrique presentó canciones de su último disco Insomniac, pero también recordó sus antiguos éxitos. Ya sabéis a lo que me refiero; sus grandes temas “Bailamos”, “Escape” o “Could I have this kiss forever”. Enrique volvía loco al público y no paraba de gritar “Спасибо, Киев!” (Gracias, Kiev). Podéis comprobar en este vídeo el espectáculo que dio anoche nuestro cantante más internacional. Enrique Iglesias enciende el escenario.
Hoy nos hemos levantado tarde. Después de desayunar en el hotel, Lucía y yo hemos ido a pasear por la ciudad. Hemos cogido el metro que se considera el transporte más popular para moverse por Kiev. Tiene cuatro líneas que cubren prácticamente toda la ciudad. Para ver el plano pincha aquí. Hemos cogido la línea 2 en “Maidan Nezalezhnosti” para llegar a “Poshtova Ploshcha”. Hay que decir que las estaciones del metro son espectaculares: grandes, espaciosas y de diferentes estilos (barroco, neoclásico, gótico). Tanto los vagones como las estaciones disponen de múltiples pantallas que emiten música, noticias y publicidad. Lo que me ha sorprendido es el precio del viaje en el metro. Cuesta tan sólo 7 céntimos de euro. A la entrada hay que introducir una pequeña ficha verde que se compra en las cajas de las estaciones de metro.
Hemos bajado en “Poshtova Ploshcha” para ir a la Cuesta de San Andrés. Es un lugar muy pintoresco. A lo largo de la calle se extiende un mercadito donde se venden cuadros, artículos de artesanía y otros souvenirs típicos ucranianos. Aquí se puede encontrar de todo: bufandas de “Dynamo Kiev” (el equipo de fútbol de Kiev), camisetas con logotipos de la antigua URSS, “matreshki” (famosas muñecas de madera), camisas bordadas a mano y otros elementos de la cultura ucraniana. En esta calle se encuentra la iglesia de San Andrés, un monumento de la arquitectura del siglo XVIII. Un majestuoso templo como podéis ver en esta imagen.

Después de pasear y comer por allí, hemos vuelto al hotel para descansar y arreglarnos. Enrique nos había invitado a cenar esta noche a su casa. Es el cumpleaños de su novia, Tania, y hacen una fiesta. Los chicos acaban de empezar a vivir juntos y se les ve muy enamorados.
Por el camino a su casa le hemos comprado a Tania un ramo de flores y una botella de vino. Aquí es una costumbre de regalar flores a las mujeres. Tania nos abrió la puerta y nos saludó con una sonrisa. Estaba radiante. Ahora he entendido porque Enrique me decía tantas veces que las chicas ucranianas destacaban por su belleza.
A la fiesta han venido muchos invitados: sus amigos, compañeros de trabajo. También había algunas parejas que con sus hijos. La mesa estaba repleta de múltiples platos. Lo han currado mucho. Había de todo: entrantes, bocadillos con caviar, diferentes ensaladas, pepinillos y tomates salados, carne acompañada con patatas, etc. Todo estaba riquísimo. Bua, además de ser guapa, esta chica cocina de muerte. En cambio, mi Lucía es sólo una perfecta “descongeladora” de pizza y empanadillas de atún.
Pero no sólo de comida vive el hombre, también había mucha bebida y no me refiero a los refrescos. Aquí la gente tiene la costumbre de beber alcohol mientras come. Yo no quería ser menos y me tomé una copita de aqua vitae (vodka) que me hizo entrar en calor. Otra cosa típica en las celebraciones es brindar por la cumpleañera y dedicarle unas palabras. A mi también me ha tocado decir un speech ante la atenta mirada de los invitados. Me ha parecido una experiencia divertida y una tradición digna de ser exportada. A ver si para mi siguiente cumple mis amigos me alaban de la misma forma.
La fiesta ha sido alegre y me lo he pasado estupendamente bien. Voy a montar unas fiestas así cuando vuelva a España.

domingo, 15 de marzo de 2009

A orillas del río Dniéper

Esta mañana he quedado con Enrique y su novia, Tania. Es una chica ucraniana que trabaja de profesora de español. Enrique la conoció en Kiev, y ya llevan juntos más de un año. Hacen muy buena pareja y parecen estar muy enamorados. Es la primera vez que la he conocido en persona, pero Enrique ya me había hablado muchísimo de ella. Me ha parecido una chica muy guapa y encantadora.
He de decir que me ha sorprendido la belleza de las mujeres ucranianas. Son altas, esbeltas, y tienen unos ojos capaces de hechizar a cualquiera. También van muy arregladas y cuidan su imagen.
Hoy Lucía y yo hemos pasado todo el día con Enrique y su novia. Hemos ido a pasear todos juntos por Kiev. Si ayer estuvimos descubriendo el casco antiguo, hoy hemos conocido la parte cercana al río Dniéper. El barrio próximo al puerto se llama “Podil” y cuenta con unas vistas increíbles al río.
Dniéper es un río anchísimo que desemboca en Mar Negro. El río da vida a la ciudad y la llena de una magia especial. A lo largo de Dniéper hay unos barcos que realizan paseos turísticos. Hemos subido a uno de ellos para ver Kiev desde otro ángulo.
Desde el barco se nos abrían unas vistas espectaculares. En las colinas se veían las iglesias con cúpulas doradas, la estatua a la Madre Patria (parecida a la Estatua de la Libertad), el estadio de fútbol “Dinamo” y otros elementos del paisaje urbano.

Después de navegar por el río Dniéper, fuimos a comer a un restaurante típico ucraniano. Enrique quería que Lucía y yo probáramos comida ucraniana. Me ha encantado el sitio a donde nos llevó mi amigo. Se llama “Tsarske selo”, es decir “Pueblo real”. Un sitio acogedor con una decoración espectacular. Los utensilios propios al pueblo del siglo XVII adornan el salón.

Como podéis ver en esta foto el restaurante está repleto de elementos decorativos tales como: instrumentos nacionales ucranianos, flores, manteles bordados, cuadros. Si os fijáis, el suelo está cubierto de hierba. Según me ha explicado Enrique, en antigüedad las amas de casa esparcían hierba por el suelo para proporcionar un aroma agradable en el hogar.
El personal va en acorde con la decoración del restaurante. Los camareros se visten con trajes típicos ucranianos. Las chicas llevan blusas bordadas, falda y en el pelo unas cintas. Muy guapas, por cierto. Los chicos también visten camisas bordadas y los pantalones anchos.
La comida estaba deliciosa. Par empezar los camareros nos han traído salo y kvas (invitación de la casa). El salo es tocino. Es el plato tradicional ucraniano. Es muy popular en Ucrania y tiene muchas variedades: ahumado, salado, frito. Lo sirven junto con ajo y pimiento rojo. Tiene una pinta muy apetecible, ¿no os parece?

También nos han ofrecido bebida típica ucraniana. Seguro que estaréis pensando en el vodka. Pero no, hay más bebidas tradicionales. Una de ellas es kvas, una bebida hecha de cereales. Muy buena, por cierto.
Después del aperitivo, Enrique me ha aconsejado probar borsh, el plato más típico por excelencia de la cocina ucraniana.

Es una sopa de color rojo, proporcionado por la remolacha. Lleva muchos ingredientes, por ejemplo patata, carne, col. La sirven con nata (smetana en ruso). Esta sopa se come mucho especialmente en invierno.
De segundo me he pedido un plato de salchicha típica ucraniana. Realmente delicioso.

De poste hemos tomado con limón. Es otra bebida típica ucraniana.
Después de comer estas maravillas culinarias, hemos ido a las tiendas subterráneas. Lucía necesitaba comprar ropa, ya que su maleta aún no había llegado.
Ahora estamos en el hotel arreglándonos para ir al concierto de Enrique Iglesias. Esta noche actúa en Kiev. Mañana os contaré todos los detalles de su Insomniac Tour en Kiev.

domingo, 1 de marzo de 2009

Kiev nocturno

El paseo de anoche por Kiev nocturno fue increíble. Nuestro hotel está en el pleno corazón de la ciudad, lo cual es un lujazo. Decidimos aprovechar ese hecho y dimos una vuelta por el centro histórico antes de ir a dormir.
Paseamos por la calle principal llamada “Khreschatik”. Es un bulevar increíblemente largo, ancho y muy bien iluminado. Me ha impresionado por sus dimensiones y los edificios muy antiguos que se extienden a lo largo de él. También en esta calle se encuentran muchas tiendas, restaurantes, museos y otros lugares de ocio. Se nota que esta zona es la arteria indispensable de la vida de esta ciudad.
En el centro del Khreschatik se extiende una enorme plaza. Se llama “Maidan Nezaleshnosti”, lo que viene a decir la Plaza de la Independencia. Es un gran espacio abierto, con varios monumentos, fuentes, tiendas subterráneas.

En la foto, que hice anoche, podéis ver una estatua muy alta dedicada a la mujer ucraniana, el hotel “Ucrania” y el conservatorio de música. Son algunos de los elementos que se integran en esta plaza.
También vimos la Catedral de Santa Sofía, situada en la Plaza de Bogdan Jmelnitskiy, y la Catedral de San Miguel. Increíblemente bello, como vosotros mismos podéis apreciar.

Después de hacernos una primera idea de la ciudad, entramos en la cafetería “Fellini” para tomar algo. Aparentemente sencillo por fuera, por dentro parecía un sitio donde los detalles se cuidaban al máximo: decorado con gusto, muy limpio y acogedor. Nos sentamos en una mesa al lado del poster de la oscarizada película de Federico Fellini. Lucía y yo tomamos un gin tonic e intercambiamos opiniones acerca de la ciudad.
En la mesa de al lado estaban animadamente hablando dos chicas, madre e hija, al parecer. Les he sacado una foto. Me gusta la fotografía y tengo la costumbre de hacer fotos de todo aquello que me sorprende, me llama la atención o simplemente me hace sentir algo especial en mi interior.

Estas dos mujeres parecían estar pasándolo estupendamente bien. Me gusta esta instantánea porque es muy viva y transmite alegría y felicidad.
Después de pagar la cuenta, hemos vuelto al hotel para descansar y recargar las pilas. Mañana seguiremos conociendo esta ciudad. Os mantendré informados.